-Salir, se sale. Olvidar, es imposible. Me llamo Josefa Suárez y estoy viva.
Al otro lado del teléfono, la mujer repite pequeños mensajes que parecen apuntalar su recién estrenada autoestima. Pepi tiene 55 años y, grabado a fuego en la memoria, un día de agosto de 2013. El día en que oyó a su pareja afilar un cuchillo en la cocina después de decirle que le iba a cortar el cuello.